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Veracruz

Cecilia Occelli y familia en Desfile de "Tres Generaciones" en el MAP.

En la Huasteca las mujeres producen la alfarería para consumo propio y venta de excedentes; hacen piezas rituales y utilitarias bruñidas, con incisiones, caladas o decoradas “al pincel con tierras de diferentes colores y diseños de bandas geométricas y figuras florales” explica el maestro José Herrera Alcázar, y continúa:

El uso de hornos es escaso, por lo que la quema se hace en fogatas al aire libre o en los braseros del hogar. En La Labor, Tamiahua, se emplean hornos de pan para la cerámica. En pueblos tepehuas de Zontecomatlán emplean rústicos hornos subterráneos. En Tantoyuca se produce cerámica de fino bruñido y decoración por escurrimiento de atoles y agua de nixtamal. En San Miguel de Aguasuelos, Naolinco, la quema se hace en hornos circulares a cielo abierto.

El arte de los textiles y bordados indígenas conserva el huso o malacatl, para torcer hilos, y el telar de cintura para producir lienzos, combinando varias técnicas de tejido y ornato.

En Chicontepec bordan en punto de cruz diseños de árboles de la vida, estrellas, grecas y flores geométricas, en Ilamatlán se decora las blusas con chaquira, en Ixhuatlán se hace el bordado en hilván y en Texcatepec y Zontecomatlán el de hilván fruncido. Nahuas, totonacas, otomíes, tepehuas, mazatecas, zoques, mixes y zapotecas aún utilizan el telar de cintura, hacen brocados y bordan.

En Tlacotalpan elaboran los trajes de jarocha que identifican al estado, con reminiscencias españolas; en Perote tejen tapetes de lana con la técnica persa del anudado a mano en telar vertical, alcanzando 100 mil nudos por metro cuadrado.

La carpintería es una ocupación fundamental en toda la entidad. En varias comunidades de la Huasteca se construyen sillas, sillones y bancos de madera, con asientos y respaldos tejidos con palma real, y asimismo imágenes religiosas.

La laudería veracruzana basa su técnica de construcción en la tradición barroca del ensamble, aunque varía en cada región. Hacia Sotavento, llanos y sur del estado, la técnica es de escarbado de una sola pieza. En Cerrillo de Díaz, Alto Lucero, se producen arpas con marquetería.

Las máscaras son fundamentales sobre todo para el carnaval, las fiestas patronales y algunas ceremonias religiosas. Los otomíes elaboran antifaces, uno de ellos es la combinación de humano y ave.

El arte de la joyería es también diverso. En la Huasteca las mujeres indígenas utilizan elementos naturales. Los nahuas, tepehuas, totonacos y otomíes producen collares con las semillas del colorín y del zacate, conchas, caracoles y cuentas de vidrio. Los nahuas de Chicontepec e Ixhuatlán elaboran arracadas con oro martillado. Los totonacos de Papantla hacen joyería de oro laminado. En Tuxpan, Alvarado y Boca del Río se produce joyería de concha y caracol.

La talabartería es una importante actividad. En Chicontepec e Ixhuatlán se confeccionan las “cueras huastecas. En calzado destacan Naolinco, Citlaltépetl, Tamalín, Ozuluama y Tlachichilco.

La cestería es pródiga en técnicas y materiales. Los más importantes son bejucos de zarza, guinea, mimbre, carrizo, otate, palma, palma real, zapupe, lirio acuático, hojas de coyol, totomoxtle y jonote.

El papel se utiliza como ofrenda ritual y como decoración durante las fiestas. En las comunidades indígenas del sur de la Huasteca se conserva una importante producción de papel ceremonial con las cortezas de los árboles de jonote, higueras, urticarias y cornizuelos.

Ningún relato histórico asegura la producción de artesanías con vainilla, que en la actualidad es muy común entre los totonacos de Papantla.

El 2 de febrero, con motivo de las fiestas de La Candelaria, se producen en Tlacotalpan velas escamadas y adornos en cera para la presentación del “Niño Dios” en el templo.

Finalmente es de mencionarse el arte efímero de la dulcería que se produce en Naolinco y Xalapa, en donde se hacen extraordinarias figuras de pasta de almendra, con temas relacionados a los días de Muertos.