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Maderas de uso artesanal: problemas, mitos y realidades

Peces. Raúl de Jesús Espinosa Vázquez, Papantla, Veracruz, Madera ahuecada y tallada, Colección particular // Fotografía: Nicola Lorusso/MAP

Carlos Bravo Marentes

México se caracteriza por su extraordinaria diversidad biológica y cultural. En el aspecto biológico ocupa el cuarto lugar mundial, con aproximadamente diez por ciento de las especies conocidas. De igual relevancia es su diversidad cultural, expresada en los múltiples conocimientos y usos que los grupos étnicos tienen y hacen de los recursos naturales presentes en sus territorios, y que se expresa de manera destacada en la elaboración de la riqueza artesanal.

Entre las materias primas de origen natural que intervienen en la fabricación de artesanías sobresalen las maderas, ampliamente empleadas en México desde épocas remotas. En la actualidad se aprovechan unos doscientos cuarenta tipos de maderas para la producción de una amplia gama de objetos, desde imponentes muebles labrados hasta delicados palillos con formas zoomorfas; además de bateas, máscaras, bastones, juguetes, instrumentos musicales, figuras de animales reales o fantásticos, utensilios de cocina, etcétera. Algunos árboles, además de madera, proveen a los artesanos de colorantes, curtientes y esencias aromáticas, así como de cortezas, frutos, semillas, hojas y fibras liberianas, con que aquellos elaboran figuras talladas, joyería, cestos, papel y muchos otros objetos.

Las selvas altas y medianas, o zona tropical cálido húmedo, proveen el ramón, el aquiche y el pich para fabricar muebles e instrumentos de cuerda en Yucatán y Quintana Roo. El chicozapote se usa también con estos fines en Veracruz y San Luis Potosí. Otras maderas empleadas por los habitantes de estas regiones selváticas son la caoba, el xkascaty, el pochote y el guayacán, con los que hacen muebles y juguetes.

En las selvas bajas caducifolias, o zona tropical cálido subhúmeda, crecen los copales o burseras, cuya madera, en el Estado de México, sirve para tallar figuras zoomorfas. En Guerrero, con el copal, el cuatololote, el copal cimarrón y el lináloe se fabrican muebles, cajas, baúles y charolas. En Yucatán se tallan figuras con el chaka; en tanto Sonora, con el torote prieto se hacen sillas, máscaras, arpas, y violines; particularmente los famosos amates, con cuya fibra liberiana se elabora el papel que les da nombre. Del palo de mora, el huizache, el boxkatzin, el kaatsim, el palo de brasil, el palo de campeche y el palo verde, además de madera, se extraen colorantes.

En Michoacán, con la madera de San Miguel, el teposcuahuitl y el minasco, elaboran equipales, y del cascalote y el ckacte extraen curtientes y colorantes. Estos mismos productos se obtienen en Yucatán del t’zalam y en Sonora del mauto; en tanto que el tepehuaje se utiliza en Guerrero para tallar figuras.

De los bosques mixtos, o zona templada subhúmeda, destaca el uso de pinos como el oyamel, el abeto o pinabete, el ortiguillo,

MADERAS DE USO ARTESANAL
El pino chino, el cantzimbo y el pino lacio con que en Michoacán producen muebles, utensilios de cocina, bateas, máscaras y guitarras. También se usan el spurce alemán y el canadiense, así como el pino de california en la fabricación de instrumentos de cuerda. En Chihuahua, las largas hojas de pino se emplean para tejer cestos; el sabino, para tallar figuras zoomorfas, y los cedros amarillo, rojo, blanco, y el ciprés español, para instrumentos de cuerda. Otras especies importantes son los madroños, en que se tallan figuras zoomorfas y en Michoacán sirven para hacer molinillos, platos, azucareras y saleros.

Los colorines o zompantles también tienen importancia en esta zona, pues en Guerrero, el Estado de México y Michoacán, con éste se hacen máscaras; en Oaxaca, figuras zoomorfas, y en Chihuahua y Puebla, se obtienen colorantes. Con el nogal se hacen instrumentos musicales.

En la actualidad se aprovechan cerca de doscientos cuarenta tipos de maderas distintas para la producción de una amplia gama de objetos.
Algunos árboles, además de madera, proveen a los artesanos de colorantes, curtientes y esencias aromáticas las maderas usadas son el pelotazo, con cuya fibra leñosa los seris tejen cestos, y el palo fierro, cuya madera se usa ampliamente en Sonora para tallar figuras.

Además, en la zona de transición mar-tierra de Oaxaca, se extrae colorante del mangle.

El éxito comercial de una artesanía hecha con algún recurso natural es sinónimo de ¡Cuidado, especie natural en riesgo! Ante la demanda del producto, aumentan las personas que se dedican a esta actividad. Al crecer la producción, se incrementa la presión sobre el recurso usado, y cuando éste empieza a escasear en la localidad, surge el intermediario de materia prima, que amplía más y más su radio de recolección y/o de compra para satisfacer.

En las regiones áridas y semiáridas, donde predominan matorrales y pastizales, las necesidades del mercado. Durante el último cuarto de siglo la demanda comercial de artesanías de madera ha provocado una excesiva explotación del recurso y de todo su ecosistema, llevándolas a una situación crítica.

Sin planes de manejo, sin normas, pero sobre todo sin incentivos para reforestar o propagar el recurso, se cae en la sobreexplotación. Baste mencionar como ejemplos los más de dieciséis mil árboles de amate usados cada año para obtener la fibra con que se elaboran las famosas hojas de papel en Puebla, que constituyen la materia prima de los pintores del Alto Balsas de Guerrero; la gran cantidad de madera de copal usada por los artesanos de los Valles de Oaxaca para producir las figuras fantásticas mal llamadas alebrijes, y las cinco mil toneladas de palo fierro que año con año los seris y unos dos mil quinientos talleres de mestizos en Sonora emplean para tallar figuras.

Ante la grave situación que atraviesan muchas especies maderables con uso artesanal, gobierno y sociedad civil han implementado programas de conservación y reforestación tendientes a revertir el impacto negativo que la sobreexplotación de recursos tiene sobre la biodiversidad. Sin embargo, hasta ahora hay más fracasos que éxitos. La explicación de estos resultados involucra tanto aspectos técnicos como de tipo sociocultural, así como intereses económicos y políticos complejos. Algunos ejemplos son los siguientes.

LA UTOPÍA DEL ARTESANO COMO REFORESTADOR
Uno de los problemas para la propagación y/o reforestación de especies maderables con uso artesanal es la creencia de que los artesanos son autónomos y autosuficientes en el abasto de su materia prima. Este mito ha llevado a que los programas de reforestación se dirijan a los artesanos, sin considerar que muchos, aunque posean los conocimientos, cada vez son más ajenos a la extracción de sus materias primas.

CERCAR O NO CERCAR: ENTRE LO PÚBLICO Y LO PRIVADO
Lo que no cuesta, no se cuida. El régimen de propiedad comunal presenta grandes retos a la reforestación y al manejo sustentable, ya que si bien la propiedad de la tierra es común, el usufructo es en general de carácter familiar (individual). Por esta razón, cuando algún artesano toma la iniciativa de reforestar, se enfrenta a la necesidad de cercar el terreno para proteger el recurso, afrontando los reclamos y las acusaciones de la comunidad por apropiarse de tierras que son de todos, o se arriesga a que, sin protección, los animales destruyan su trabajo, o peor aún, a sufrir robos.

PLANTAS EXÓTICAS O LA MALDICIÓN DE MALINCHE
Por su rica biodiversidad, México es considerado un importante banco genético para el mejoramiento de especies. Pero, paradójicamente, cuando de reforestación se trata, se mira hacia afuera sin medir las consecuencias. Es usual que las especies propuestas en los paquetes de reforestación sean extrañas a los lugares donde serán plantadas, por lo que las tecnologías para su manejo que las acompañan, y que se exige aplicar a los campesinos, obedecen a condiciones ecológicas distintas.

CONOCIMIENTOS CIENTÍFICOS VS. ETNOCONOCIMIENTOS
Pese a que en su discurso reconocen la validez de los conocimientos indígenas y campesinos, numerosos especialistas de las ciencias naturales mantienen una postura etnocéntrica y aceptan como válidos únicamente los conocimientos científicos desarrollados dentro de la academia, que históricamente ha reducido los conocimientos locales a meros saberes empíricos.

Sin planes de manejo sustentables que sean viables, sin normas de uso y manejo que respeten el saber tradicional; pero, más que nada, sin incentivos reales para la reforestación o propagación de las maderas de uso artesanal, nos preguntamos: ¿qué podemos hacer si los copales o burseras, que son de fácil y rápido crecimiento y propagación, presentan un grave estado de riesgo?, y si en nuestro país el conocimiento y desarrollo tecnológico y académico para especies con un promedio de crecimiento de quince a veinte años es escaso, ¿qué esperanzas hay para especies como el palo fierro o los auténticos amates que tardan ochocientos y trescientos años, respectivamente, para alcanzar su madurez?