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Baja California Sur

Grabado sobre caracol marino nautilus. Artesano Mario Aguilar. Baja California Sur. 2010. Col. MAP. (Foto: Estudio Kristina Velfu, EKV).

José N. Iturriaga

La alejada geografía de Sudcalifornia, su singular naturaleza, la ausencia de población indígena desde el siglo XIX y sus relativamente pocos habitantes, hacen de ese estado un rincón diferente del país “que ha generado patrones culturales y manifestaciones artísticas muy diferentes al contexto nacional”.

Esta entidad es destino tradicional de migrantes, no sólo en la última centuria, sino desde el origen mismo del hombre americano, pues se considera que parte de aquellos pueblos que vinieron de Asia por el estrecho de Behering quedaron “encerrados” en el extremo meridional de la península de Baja California. Las mundialmente famosas pinturas rupestres dan cuenta de los primeros pobladores.

Las misiones jesuitas de los siglos XVII y XVIII son testigos de la época; en ellas se evangelizó y también se enseñaron oficios que transformaron la visión y la vida cotidiana de los indios cochimíes, guaycuras y pericúes, hasta entonces sólo dedicados a la caza y a la pesca.
La situación de Baja California Sur condicionó una artesanía más utilitaria que comercial, como la talabartería para enfrentar al desierto: en primer lugar la cuera, para cubrirse el cuerpo hasta debajo de las rodillas, y las tehuas de venado o de res, especie de chaparreras contra las espinas.

“La comunión del hombre con el desierto y el mar ha conformado durante muchos años una estética […] que ha dado vida a la artesanía, las letras, la música y la gastronomía regional”, reflexiona el licenciado Alfonso Gavito González.

Las conchas de almeja, abulón y madreperla, los caracoles, el coral y diversas especies marinas marcan el rostro de una artesanía ya tradicional que sobresale en distintas regiones del estado. Sudcalifornia enriquece la malacología mundial con sus muestras de conchas sin trabajo humano y asimismo enriquece al arte popular con bellos labrados realizados en las mismas: la habilidad e inspiración del hombre agregadas a las de la naturaleza marina.

Asimismo el desierto aporta raras y valiosas maderas de cardón, choya, palo fierro, palo adán y palo blanco para el trabajo artesanal, que incluye muebles de diseño local. Por su parte, la palma se teje en la región centro-sur del estado.